Leyendo la declaración de un grupo de prestigiosos intelectuales sobre la segunda vuelta y apoyando la elección (¿reelección?) de Massa en la misma, me llaman la atención dos detalles.
Cuando describen el "currículum" de Massa, hablan
solamente de "desaciertos" y "ambigüedades". Me parece muy
poco: faltan la mentira, la corrupción, los negociados...
En cuanto a Milei, se basan sólo en pronósticos posibles, ya
que éste nunca gobernó. ¿Cómo podemos saber con tanta precisión cómo sería un
gobierno liberal en sus manos? Es hartamente sabido que no tiene estructura
política suficiente y que se va a tener que nutrir de muchos colaboradores y
asesores que vendrán seguramente de las filas más cercanas al liberalismo, pero
sin que necesariamente sean extremistas. Hubo una sobreactuación evidente en la
campaña, pero después de las elecciones se conoció a un Milei mucho más sereno
y equilibrado en sus juicios y dichos. La influencia de Macri y gente de su
entorno también estoy seguro de que podría ser un dique de contención
importante para los desmadres extremistas, amén de aportar riquísima
experiencia de gestión.
No digo que sea necesariamente así, pero tampoco lo otro, lo
que pronostica este grupo de intelectuales, más que respetables todos e incluso
dignos de admiración algunos.
La verdad es que sólo Dios sabe, y Dios dirá, pero este tipo
de declaraciones responden a cuestiones pura y estrictamente ideológicas; no
aportan nada realista a la discusión.
La única triste realidad es que acá no hay vencedores. Sólo
hay vencidos: la sociedad toda.
Pero la flecha puede dispararse en cualquier sentido: Massa
puede despegarse del Kirchnerismo corrupto y decadente y hacer un gobierno
moderado convocando a un amplio sector, como él promete (por más que nunca
cumplió con su palabra, siempre puede haber una primera vez); o bien, Milei
puede hacer un gobierno de tinte más liberal pero pragmático, alejándose del fanatismo
del dogma.
El que se arrogue el conocimiento de lo que va a pasar -o de
lo que puede pasar en un caso o en el otro- termina convirtiéndose en un simple "adivinador",
más cercano a los tarotistas y expertos en distintas “mancias” que a un
intelectual.