viernes, 22 de diciembre de 2023

¿LEGALIDAD O LEGALISMO?




Resulta interesante ver cuántos “fariseos” hay, que se rasgan las vestiduras, escandalizados por el atropello a la Constitución Nacional por parte del flamante gobierno, cuando ellos mismos forman parte del batallón de los que vienen haciéndolo de manera más artera -con hábil disfraz de democráticos- desde hace años o incluso décadas.

Ante la gravedad del presente que supimos conseguir, me hago una pregunta: supongamos que estoy cruzando una calle y advierto que me va a pisar un camión, pero que me salvaría si me saliera de la senda peatonal. ¿Qué hago? ¿Me inmolo por no desobedecer la norma de cruzar por la senda peatonal, o me salgo para salvar mi vida? Eso no significa que a partir de ahora ya nunca más vaya a cruzar la calle por la senda peatonal; se trata de una circunstancia excepcional, en la que el dilema es de vida o muerte.

El gobierno, en este caso, necesita imperiosamente capitalizar el impulso inicial y la alta aceptación popular (legitimada en las urnas), para iniciar con imprescindible energía los cambios que la sociedad le encomendó. Para ello, busca los caminos que le parecen más efectivos.

Si en ese camino se sale por una vez, para evitar una tragedia, de la senda peatonal, no significa que vaya a hacerlo sistemáticamente a partir de ahora, como algunos sugieren con maldad o picardía; no significa que haya renunciado al republicanismo y a las normas constitucionales. Si lo comparamos con quienes inician una dieta rigurosa, este sería el “permitido”: una excepción a la regla justamente para que no fracase todo en un juego a todo o nada.

De paso, conviene dejar en claro que los DNU no son inconstitucionales, como algunos políticos, analistas y periodistas afirman con cierta ligereza; están contemplados en la Constitución Nacional. Es importante no confundir la esencia con cuestiones accesorias. Dicho más claramente: no disfrazar las cuestiones accesorias de esencia.

Hay que considerar el nuevo contexto: un gobierno holgadamente respaldado y legitimado pero que, por obra y gracia de los mecanismos electorales vigentes, no cuenta con fuerza parlamentaria. Sin embargo, tiene a sus espaldas la responsabilidad de cumplir su promesa a los que lo votaron en holgada mayoría, lo que significa cumplir con un programa que siempre estuvo claro: libertad y orden económico y social.

He aquí el gran dilema. Los que vienen destruyendo la Patria desde hace décadas, siguen buscando la forma de hacerlo, disfrazándose ahora de democráticos.

Ojalá prime la cordura, por el bien de todos; POR EL BIEN COMÚN.


lunes, 11 de diciembre de 2023

LA VISION DE MILEI Y EL CAMINO DE FRONDIZI

 


Se inicia, con el presidente Javier Milei, un gobierno de corte economicista, con medidas seguramente necesarias en esta primera etapa (para realizar el trabajo de "desmalezamiento", como lo llamo yo, similar al que le tocó a Menem en su primer gobierno). Pero, a partir de allí, corre el mismo riesgo que el propio Menem que, a mi criterio, se quedó sin libreto propio y tuvo que entregar la economía al liberalismo de Alsogaray, y ahí vino la debacle.

Cosa muy distinta a la que el presidente Milei menciona en su discurso, con referencia al plan de shock de 1959. No es cierto que ese plan haya fracasado; sino que cayó en un complejo atolladero y debió afrontar profundos problemas, con fuertes ramalazos y desajustes en el corto plazo (otra vez el liberal Alsogaray en el medio, pero esta vez impuesto por la presión de las Fuerzas Armadas y sus famosos planteos al gobierno del Dr. Frondizi).

Sin embargo, detrás de eso, venía el programa de desarrollo pergeñado por Frondizi y Frigerio, que abrió las puertas a un periodo que trajo, entre otras cosas, la revolución del acero, como base para el desarrollo de la industria nacional, y la revolución del petróleo, como base de la independencia energética, con autoabastecimiento y generación de saldos exportables. Eso le dio sustento (industria de base o pesada) al plan de industrialización (industria liviana) que había iniciado Perón años atrás, y que fuera un hito importante, pero no suficiente; un primer escalón en el camino del plan de desarrollo, que Frondizi perfeccionó y completó otorgándole autosustentabilidad a la industria -y, con ello, a la economía- al cortar con la dependencia de insumos base (acero y energía).

Me viene a la memoria lo que le dijo el rabino Wahnish a Milei en el acto de la Catedral: nuestro objetivo -como humanos, frágiles- no es estar siempre firmes como una columna; es caernos y levantarnos, las veces que sea necesario. Así ocurre también con todo proyecto humano. Y exactamente eso sucedió en 1959: hubo una caída, una crisis, pero sirvió para levantarse y generar el mayor proyecto transformador de la historia reciente en nuestro país, cuyas consecuencias positivas disfrutamos durante décadas, pese a la miopía del gobierno siguiente, que se dejó llevar por el dogma de un falso nacionalismo.

Esto es lo que Milei no ve o no entiende y rogamos que logre, con honestidad intelectual, una apertura hacia las ideas del desarrollo, alejándose del dogmatismo liberal, para que no volvamos a vivir otra frustración, que sería dolorosísima.

Es mi humilde opinión, y confío en que a esta etapa liberal (que puede ser muy positiva en lo cultural, cortando los hilos de la idiotización ideológica a la que nos sometieron durante años) le siga una etapa centrada en el desarrollo (que no es mero crecimiento). En tal caso, entonces sí, volveremos a estar entre los países líderes, como una de las potencias mundiales nuevamente.