lunes, 11 de diciembre de 2023

LA VISION DE MILEI Y EL CAMINO DE FRONDIZI

 


Se inicia, con el presidente Javier Milei, un gobierno de corte economicista, con medidas seguramente necesarias en esta primera etapa (para realizar el trabajo de "desmalezamiento", como lo llamo yo, similar al que le tocó a Menem en su primer gobierno). Pero, a partir de allí, corre el mismo riesgo que el propio Menem que, a mi criterio, se quedó sin libreto propio y tuvo que entregar la economía al liberalismo de Alsogaray, y ahí vino la debacle.

Cosa muy distinta a la que el presidente Milei menciona en su discurso, con referencia al plan de shock de 1959. No es cierto que ese plan haya fracasado; sino que cayó en un complejo atolladero y debió afrontar profundos problemas, con fuertes ramalazos y desajustes en el corto plazo (otra vez el liberal Alsogaray en el medio, pero esta vez impuesto por la presión de las Fuerzas Armadas y sus famosos planteos al gobierno del Dr. Frondizi).

Sin embargo, detrás de eso, venía el programa de desarrollo pergeñado por Frondizi y Frigerio, que abrió las puertas a un periodo que trajo, entre otras cosas, la revolución del acero, como base para el desarrollo de la industria nacional, y la revolución del petróleo, como base de la independencia energética, con autoabastecimiento y generación de saldos exportables. Eso le dio sustento (industria de base o pesada) al plan de industrialización (industria liviana) que había iniciado Perón años atrás, y que fuera un hito importante, pero no suficiente; un primer escalón en el camino del plan de desarrollo, que Frondizi perfeccionó y completó otorgándole autosustentabilidad a la industria -y, con ello, a la economía- al cortar con la dependencia de insumos base (acero y energía).

Me viene a la memoria lo que le dijo el rabino Wahnish a Milei en el acto de la Catedral: nuestro objetivo -como humanos, frágiles- no es estar siempre firmes como una columna; es caernos y levantarnos, las veces que sea necesario. Así ocurre también con todo proyecto humano. Y exactamente eso sucedió en 1959: hubo una caída, una crisis, pero sirvió para levantarse y generar el mayor proyecto transformador de la historia reciente en nuestro país, cuyas consecuencias positivas disfrutamos durante décadas, pese a la miopía del gobierno siguiente, que se dejó llevar por el dogma de un falso nacionalismo.

Esto es lo que Milei no ve o no entiende y rogamos que logre, con honestidad intelectual, una apertura hacia las ideas del desarrollo, alejándose del dogmatismo liberal, para que no volvamos a vivir otra frustración, que sería dolorosísima.

Es mi humilde opinión, y confío en que a esta etapa liberal (que puede ser muy positiva en lo cultural, cortando los hilos de la idiotización ideológica a la que nos sometieron durante años) le siga una etapa centrada en el desarrollo (que no es mero crecimiento). En tal caso, entonces sí, volveremos a estar entre los países líderes, como una de las potencias mundiales nuevamente.